Dentro de la gama de productos que ofrecen los supermercados, cada vez es más común encontrar alimentos reforzados con prebióticos o probióticos, pero ¿conoces de dónde provienen y los beneficios de consumirlos con frecuencia? A continuación, te explicamos cómo puedes incluirlos en tu dieta.
Primero es importante aclarar la diferencia entre ambos conceptos; según la Organización Mundial de Gastroenterología, los probióticos son microorganismos vivos que cuando se ingieren en las cantidades adecuadas pueden aportar beneficios para la salud de quien los consume. Se trata de bacterias o levaduras que están presentes en alimentos, medicamentos o suplementos dietéticos, los más utilizados en la industria de los alimentos procesados son los pertenecientes a las especies Lactobacillus y Bifidobacterium, siendo los primeros los que más se han empleado durante años para la conservación de alimentos mediante la fermentación, como es el caso de la leche al fermentarse para producir yogur.
Médicamente, los probióticos han sido estudiados como método para mejorar a los pacientes con ciertas patologías, un ejemplo es la prevención de la diarrea mediante el uso de antibióticos con bacterias como la clostridium difficile que son muy virulentas y más frecuentes en pacientes mayores y en hospitalización. Además, otro de los campos de investigación importante es el de la enfermedad inflamatoria intestinal, con mejores resultados en la colitis ulcerosa que en la enfermedad de Crohn.
Por otro lado, los prebióticos son compuestos que el organismo no puede digerir pero que tienen un efecto fisiológico sobre él, al estimular de manera selectiva, el crecimiento y actividad de las bacterias beneficiosas (bifidobacterias y lactobacilos). Es un tipo de hidrato de carbono (como fibra especial) presentes en algunos alimentos, que aunque el sistema digestivo no es capaz de digerir, son fermentados en el tracto gastrointestinal y utilizados como alimento por determinadas bacterias intestinales. En este caso encontramos a los más conocidos, como: la inulina y los fructooligosacáridos (conocidos también como FOS), que pueden aparecer de forma natural en algunos alimentos o al añadirse por el fabricante para dotar al alimento de beneficios concretos. Además de esto, actualmente diferentes investigaciones estudian sus posibles efectos sobre el metabolismo para la prevención de patologías como la diabetes o la obesidad.
Ahora que conoces los beneficios de estos tipos de organismos te invitamos a estar atento a la publicidad que pueda haber en el mercado, ya que existe cierto tipo que puede resultar engañosa cuando no está amparada por estudios científicos que respalden estos beneficios en determinados alimentos enriquecidos con probióticos o prebióticos en diversas situaciones clínicas. Es importante mencionar que la cantidad, dosis y momento en que se emplean ambos, son aspectos clave para su buen funcionamiento.