En la mayoría de los productos se presenta la leyenda «consumir preferentemente» lo que significa que la calidad del producto puede garantizarse si se consume antes de la fecha señalada en esta parte; de lo contrario, es posible ingerirlos, pero la calidad no será la misma debido al ciclo de vida del producto; podrías notar un sabor algo rancio, menos aroma o que éste sea extraño, cambio de textura y de color. La fecha de consumo preferente o de caducidad depende básicamente del producto (refrigerado, congelado, entre otros) y del tratamiento del mismo (pasteurización, esterilización, ultracongelación, o deshidratación, entre otros procesos).
La fecha de caducidad de un producto se fija a partir de la degradación del mismo, que se debe principalmente a razones biológicas y físicas; las biológicas responden a microorganismos y enzimas, mientras que las químicas a la presencia de oxígeno, calor, radiación, agua e impurezas.
Algunos productos que se pueden consumir aunque haya pasado su fecha de caducidad son:
Puede aumentar su acidez, pero no es peligroso porque se trata de leche pasteurizada.
Al ser un producto tan procesado y azucarado aguanta bastante sin ser un peligro.
La miel de abeja natural no caduca, sólo hay que tener cuidado de que no se contamine. Otras mermeladas y confituras tardan muchos años en ser dañinas para la salud.
Si se guardan en un lugar fresco y seco, pueden durar casi por tiempo indefinido. Sólo se debe de tener cuidado con las anchoas, ya que estas sí se echan a perder al ser una semiconserva.
Mientras no se deje a la intemperie y no le salga moho, se puede congelar y durará algunos años. Una opción para no desperdiciar el pan que esté algo duro, es hacer pan molido con él.
La mayoría de los productos secos se pueden conservar bastante bien en recipientes herméticos por tanto tiempo como se quiera. Probablemente no esté muy fresco, pero no afectará a la salud.
Actualmente, la industria alimentaria trabaja a contrarreloj sobre cómo combatir estos mecanismos de oxidación de los alimentos, cuantos más antioxidantes tenga el producto, más larga será su vida. Las reglas sobre la higiene alimentaria son cada vez más estrictas, y esto suele reducir el periodo de tiempo que un producto puede permanecer en los puntos de venta y llegar al consumidor final, provocando una merma importante para las empresas, la cual se busca reducir.